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Nuestras condiciones de vida actuales distan mucho de las de siglos atrás. Hábitos de higiene tan habituales hoy día como ducharse eran un privilegio. Podríamos decir que nuestros antepasados no eran muy limpios según nuestros cánones, pero algunos piensan que tal vez hoy estemos demasiado preocupados por nuestra higiene. Y es que varios estudios aseguran que ducharse todos los días es malo para la piel. ¿En qué se basan? Te lo contamos.
Es recomendable ducharse de forma regular para una buena higiene personal. Ducharse demasiado, sin embargo, puede tener un efecto potencialmente perjudicial sobre la piel (Descubre los tipos de piel que existen).
La capa más externa de la superficie de la piel (llamada estrato córneo o capa córnea) es una barrera hecha de células muertas de la piel endurecidas. Estas células de la piel ofrecen protección a las capas subyacente, las células vivas. La capa córnea es más que las células muertas de la piel; se mantiene unido por lípidos, que son compuestos grasos que ayudan a mantener la humedad en la piel.
Cada vez que se toma una ducha – especialmente una caliente – con jabón y un paño o una esponja vegetal, se está socavando la integridad de la capa córnea de la piel. El agua caliente y el jabón disuelven los lípidos de la piel. Esto no suele ser un problema, porque la piel se repara. Pero si te duchas con demasiada frecuencia menos tiempo tiene la piel para repararse a sí misma a través de la producción de grasa natural. Lo que es más, la capa córnea de la piel se puede desprender por lavado, exponiendo las células de la piel que hay debajo.
Paradójicamente, el resultado de ducharse con demasiada frecuencia puede ser tener una piel seca, irritada y agrietada.
Por suerte se puede proteger la piel mediante el uso de jabones suaves y usando agua tibia en lugar de agua caliente. El secado al aire es la forma óptima para secarse después de una ducha. Además, siempre es recomendable aplicar una crema hidratante después de cada ducha. A todos nos gusta una sensación de limpieza, pero también tenemos que encontrar un equilibrio entre la piel limpia y la piel sana.
La química de la piel de cada persona es distinta, así que no hay una frecuencia idónea para ducharse. La clave está en ducharse cuándo realmente haga falta.