¡Tu carrito está actualmente vacío!
ÚNETE A NUESTRA COMUNIDAD
Suscríbete a nuestra newsletter y estate al día de todas las novedades de ISSÉIMI.
Siempre que pensamos en la nutrición humana solemos concentrarnos en los macro-nutrientes: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Sin embargo, el organismo requiere de otras sustancias fundamentales para no comprometer su funcionamiento. Hablamos de los micronutrientes, entre los cuales se encuentran tanto los minerales como las vitaminas. De estas últimas, una de las más importantes es la vitamina E, sustancia que puede encontrarse en alimentos como las espinacas, los cacahuetes o las avellanas.
Técnicamente, la vitamina E es una sustancia liposoluble, lo que significa que es soluble en grasa. En verdad, y siendo justos, la ciencia reconoce a cuatro tocoferoles y cuatro tocotrienoles como vitamina E, por lo que en realidad se trata más bien de una familia de sustancias que de una sustancia individual en sí.
A continuación veremos todas sus propiedades. Sin embargo cabe señalar que, de todas ellas, existe una que destaca por encima de todas las demás: nos referimos a la propiedad antioxidante de la vitamina E. Al fin y al cabo, se trata de uno de los antioxidantes naturales más potentes que existen. Continuemos.
La comunidad científica continúa descubriendo año tras año nuevas funciones de las vitaminas en el cuerpo humano. En el caso de la vitamina E hay algo muy claro: sus propiedades antioxidantes la convierten en una de las sustancias más importantes de las que dispone el organismo para combatir el envejecimiento.
Más concretamente la vitamina E cuenta con la capacidad de neutralizar a los radicales libres, las sustancias resultantes del consumo energético del organismo y que van perjudicando a las células del mismo. Y por todo esto no resulta nada extraño descubrirla en infinidad de productos cosméticos antiedad.
La utilización exacta de la vitamina E depende en buena medida de los resultados que queramos obtener. En el caso del consumo digestivo, imprescindible para mantenerse sano, tienes una vía natural clara: consumir alimentos ricos en vitamina E como los mencionados anteriormente u otros como las semillas de girasol, los aceites de maíz y de soja o el brócoli. Además, también existen en el mercado suplementos de vitamina E, los cuales pueden ser de utilidad bajo determinadas circunstancias de déficit.
Tal y como adelantamos antes, la vitamina E es un potentísimo antioxidante natural. Eso significa que posee un enorme valor desde el punto de vista cosmético. A fin de cuentas los radicales libres son responsables de la oxidación de las células de la piel, lo que produce el deterioro de estas y el envejecimiento. En Isséimi, por ejemplo, puedes encontrar la vitamina E en algunos sérums y cremas antiaging.
Aplicar estos productos es muy sencillo. Todo cuanto tienes que hacer es proceder con la limpieza de la piel, lo que aumentará la absorción del sérum o de la crema, y posteriormente aplicarla con suaves masajes. Esto activa la circulación de la piel y en consecuencia la asimilación de la fórmula. Es preferible aplicarla en las noches que durante el día.
La vitamina E también puede ser muy beneficiosa para el cabello. Pero no para cualquier tipo de cabello: es especialmente útil para cabellos muy secos. Esto se debe principalmente a que la vitamina E posee gran capacidad para fomentar la producción de sebo en el pelo. Así siempre lucirá nutrido y luminoso, dos rasgos muy importantes en su estética.
Como hemos comprobado, puedes tomar la vitamina E mediante la alimentación, mediante suplementos, en sérums y cremas o incluso en champús y acondicionadores para el cabello. Todo depende de qué beneficios estés buscando exactamente. En cualquier caso, no olvides incluir alimentos ricos en este micro-nutriente si deseas estar sano. La función de la vitamina E es indispensable.